Un arquitecto de Buño en Dubái: «Molleime como se saíse dunha piscina»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

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Martín Manuel Puñal Casal trabaja en los Emiratos Árabes, tras varios años en China. Esta semana vivió en directo la intensidad de las precipitaciones

21 abr 2024 . Actualizado a las 00:31 h.

La lluvia sobre Dubái podría ser el título de una novela o una canción de rock indie, pero ha sido una de las noticias más comentadas en todo el mundo en los últimos tres días. Las imágenes de las carreteras, el aeropuerto y los altos edificios totalmente inundados, con enormes daños y corrientes que se lo llevaban todo, han acaparado portadas, abierto noticieros, y trastocado la vida de millones de personas. Solo en esta ciudad de crecimiento rápido viven tres millones y medio. En todos los Emiratos (entre Catar y Omán, en pleno golfo Pérsico), cuya capital es Abu Dabi, casi diez millones.  

Martín Manuel Puñal Casal, 33 años, de Buño, lo vio todo en directo. Es un arquitecto de Buño que lleva en Dubái ocho meses, adonde llegó desde China, su país de residencia y trabajo desde enero del 2016. Logró un buen empleo y decidió probar por una temporada, que puede durar un año más, o tal vez más. Está contento, trabaja para una empresa británica, a la que envió su currículo, y lo cogieron, y desarrolla diversos proyectos. Todo en inglés, dado el enorme cosmopolitismo en esta ciudad, también en el plano profesional, con abundancia de indios, paquistanís, egipcios y otras nacionalidades.

Esta semana vivió desde el primer momento el episodio de las lluvias torrenciales. Fue el martes cuando les avisaron de que venía algo gordo. «Foi sobre as 12. Dixéronnos: ‘‘Vai chover, ide para a casa''». Eso, en la oficina. No era un aviso cualquiera, sino el de que llegaba algo gordo. «Eu fun o penúltimo en marchar. Metinme no metro e atopeime cunhas tormentas que na miña vida tal vira. Había piscinas enormes polo chan, levaba a auga polos xeonllos, tronaba sen parar... Creo que era o único que estaba pola rúa nese momento. Molleime como se saíse dunha piscina, e así cheguei á casa. Foi cando vin que toda a cidade estaba inundada, e xa empezou a xente a compartir fotos e vídeos con todo o que estaba pasando», recuerda.  

Mucha agua

Dubái tiene sistema de alcantarillado, sistema de almacenaje de agua, «pero nada, non daba abasto para todo o que caía. Todo estaba cheo de auga: casas, centros comerciais... As vivendas non teñen cubertas como en Galicia, son planas», señala. A su piso no le pasó nada. De hecho, ni siquiera se fue la luz. Y la recuperación de la ciudad ha sido gradual. El metro estuvo cortado, él mismo no pudo acudir al trabajo el miércoles. Ayer, ya sí, pero en la zona del río, el metro pasó casi a ritmo de caminante. Con todo, el agua se evaporó, en un sentido metafórico, porque el miércoles el sol regresó y las temperaturas llegaron a los treinta grados. «Volve a normalidade», explica, pero tras un suceso único en casi un siglo (mucho más de lo que tiene la ciudad como tal) y del que se está escribiendo mucho sobre las posibles causas.

Y la vida normal de Martín es trabajar en el estudio para obras en Abu Dabi, pero también en otros países. Ya acumula varios trienios de trabajo por medio mundo, aunque más de dos tercios de su vida corresponden a Buño, al bar Don Barro, primero, y a Alfarería Carmen Casal (su madre) después. A sus muchos años de futbolista, destacando en las Escolas Luís Calvo o en los juveniles del Bergantiños. Y en más equipos de la Costa da Morte, como el Cabana, con el que logró la Liga da Costa y ascendieron de categoría. Cuando hace ocho años llegó a Shanghái siguió jugando con futbolistas de varios países. Aquella partida al otro lado del mundo, con un idioma que tuvo que aprender y una cultura muy diferente a la que debió adaptarse, no se arrepintió.