Matías Navarrete, de arrasar contra Messi, Di Maria o Higuaín a innovar con la Escuela Awen

Antón Lestón Lago
Antón Lestón CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Ana García

ATLETAS DEL ATLÁNTICO | Solo la presión arruinó una carrera que su talento presagiaba muy exitosa

24 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El nombre de Matías Navarrete (Buenos Aires, 1987) suena cada vez con más fuerza en la comarca de Bergantiños por ser el responsable de la innovadora Asociación Cultural y Deportiva Awen, impulsora de una escuela de Fútbol Sala en Carballo que ya cuenta con 120 niños y niñas y que no ha parado de crecer desde su creación, en el 2018. No es la primera vez que su nombre corre de boca en boca, desde los siete a los dieciocho años fue uno de los jugadores más prometedores de Argentina, primero en Argentinos Júniors y después en Boca, en donde conquistó la mayoría de títulos de cada temporada pese a ser de la misma camada que Leo Messi (Newells), Di María (Rosario Central) o Higuaín (River Plate). Con él jugaba, entre otros Gago, y también coincidió con Agüero. Una etapa que le empujó al fútbol profesional como destino y de la que tiene grandes recuerdos: «Veníamos a Europa y ganábamos 4-0 al Bayern en el Parque de los Príncipes, estábamos en Boca y era como que arrasábamos con todo. Por eso no me di cuenta de que había jugado con Messi hasta que me lo contaron cuando él ya era un crack. Fue con nueve años y perdimos 1-0 con un gol de Roncaglia, pero a él apenas le conocíamos».

Su meteórica progresión fue frenándose a partir de unos problemas con el visado que le impidieron fichar por el Rayo Vallecano, y aunque debutó en la Primera Argentina y recorrió muchos países, nunca fue capaz de consolidar la carrera que a aquel talento le correspondía. «Todo el tema de la presión que se genera en el fútbol me ha hecho muy mal y lo he tenido que trabajar con psicólogos durante muchos años. A los 12 años me venían a buscar los mejores equipos del país, pero todo ese tema emocional fue lo que pienso que me impidió triunfar a un gran nivel», explica Matías, que en el 2015 se enamoró de Carballo a primera vista.

Ana García

Aquí llegó para jugar en el Bergantiños, en el que sabía que era uno de sus últimos pasos como futbolista: «Yo ya tenía mujer e hijo, y volver a Argentina podía ser peligroso. Entonces llegué a Carballo y todo me encantó, no entiendo cómo de aquí se puede marchar la gente». Mientras jugaba y empeñado en enseñar el fútbol desde un prisma totalmente diferente al que tan contraproducente le había resultado a él, empezó a colaborar con la Asociación Un Paso Máis. «Las primeras clases las dábamos en un parque, el San Martiño, con nueve niños y hablé con los padres por si les interesaba ir más en serio», desvela. El proyecto fue yendo, cada vez, más en serio y desembocó en la Asociación Cultural y Deportiva Awen, que debe su nombre a una palabra celta que denotaba la forma de hacer un arte o un deporte con pasión. «Quería volver a sentir ese espíritu de jugar al fútbol por diversión y nada más, y tuve muy claro desde el principio cual sería el enfoque de la escuela de fútbol base, alejado de toda presión competicional y abierta a todos y a todas», comenta un Navarrete que ahora dirige una iniciativa inclusiva en la que ya hay 120 niños y niñas, de los que nueve tienen alguna discapacidad.

El éxito, cree el argentino, procede de la prioridad que le conceden a la formación social y educativa de los jóvenes, muy por delante de la parte deportiva. «Cuando entran, los padres cubren un cuestionario para decirme que aspecto de la personalidad quieren que le trabajemos. A un chico que le cueste hablar lo estimulo para que se exprese, o alguien que le falte confianza, lo mismo. Ahí está el foco y no en la competición. Hay qué cuestionarse a qué estamos apuntando desde las canteras de fútbol, porque muchas veces se les genera una estructura para algo que no va a suceder y sí se podría ocupar ese tiempo para darles herramientas a los chicos con cosas que sí van a suceder, como el va a ser superar baches o aprender a no depender de un resultado... Situaciones que también van a encontrar en el mundo laboral», explica Matías, que consigue que los jugadores se olviden del marcador designando objetivos diferentes para cada partido.

Un método innovador y que ha embaucado ya a muchas familias pese al estrecho margen de actuación que le permite la completa oferta deportiva carballesa, que ocupa los pabellones municipales. «Mi objetivo es que Awen pueda crecer en tiempo y espacio, dando clases más que dos días a la semana y expandiéndonos a otros concellos para enseñar esta filosofía» , dice Matías. Una formación que no exime del aprendizaje futbolístico, para lo que el míster es una voz autorizada que quiere mostrarle a los jóvenes un camino diferente al que le dibujaron a él. Que disfruten de una pasión que a él le terminó atormentando por un enfoque equivocado.