Una colección de récord Guinness entre A Coruña y Lugo: «Tengo el último libro que dedicó Vicente Aleixandre antes de morir»

Ángel Patricio Rodríguez y Argibay comenzó hace medio siglo a almacenar libros que estaban firmados por su autor. Lo que inició como un pasatiempo, se ha convertido en una colección de 4.578 obras, que aspira a conseguir la certificación de Récord Guinness. A sus 63 años, este lucense afincado en A Coruña sigue haciendo crecer su biblioteca. Para conseguir el último ejemplar, tuvo que guardar una contundente cola en la firma de libros que hizo Ángel Martín el pasado 11 de febrero. 

— ¿Cuándo empezaste a coleccionar libros firmados por autores?

— Empecé con unos doce o 13 años, más o manos, a causa de que en mi casa había libros de escritores que frecuentaban la vivienda a visitar a mis abuelos. Entonces, un día se me ocurrió, no sé si fue de Trapero Pardo o Narciso Peinado, alguno de los escritores locales de Lugo que venían a ver a los abuelos; pedir su firma, ahí empezó la cosa. 

— ¿Y a qué se dedicaban sus abuelos para tener esas visitas?

— Bueno, estaban muy bien relacionados. 

— ¿Cuándo se tomó este pasatiempo como objetivo?

— Pues cuando empecé a tratar con escritores ya muy conocidos, como Camilo José Cela, con el que tuve buena relación. También tengo libros de Torrente Ballester, Sánchez Dragó o Aline de Romanones, una persona que me impactó mucho cuando estuve en su casa y me enseñó la biblioteca de su familia. Y luego de escritores gallegos, tengo muchos. También tengo de varios premios Nobel. 

— ¿Y el objetivo del Récord Guinness cuándo se lo propuso?

— Pues llevo participando como tres años, pero cada vez te están pidiendo más cosas, cuántos más libros dedicados mandes es mejor. Entonces, no sé cuando me van a contestar. 

— Pero, ¿tiene algún competidor?

— Hay un alemán que tiene dos mil y pico de libros

— Usted tiene más 

— Sí,  tengo 4.578 libros. Los dos últimos que me dedicaron fueron el de Ángel Martín y el de Julio Wais Piñeiro, que es un monje. Y  tengo de varios premios Nobel, como Camilo José Cela, Mario Vargas Llosa y Vicente Aleixandre. De hecho, tengo el último libro que dedicó antes de morir fue para mí. Él lo firmó el domingo por la tarde y ese día se puso muy enfermo y se murió. Su hermana Conchita me envió un certificado. También tengo un libro dedicado por Pertegaz, otro por Paco Rabanne, tengo de Sara Montiel, de Pilar Eyre tengo muchísimo. Para mí todos son iguales. 

— ¿Cuándo espera conseguir el Récord Guinness?

— Pues estoy esperando a que me contesten. Por lo que me cuentan es un proceso que es muy lento. Cada seis meses o así voy incrementando libros. 

— ¿Por qué se has propuesto conseguir ese certificado?

— Pues por satisfacción de tantos años  yendo a presentaciones de libros, a ferias de libros... y bueno para conseguir el reconocimiento.

— ¿Cuándo dinero diría que ha invertido en esta afición?

— No lo sé, porque es una cosa sobre la que no hago cuentas, pero ya hay muchos escritores que me los regalan. Cuando empiezas a tener amistad con alguno de ellos, te los van regalando. Además, hay otros libros que consigo la firma enviándoles el ejemplar a la casa de su autor si me entero de la dirección. Y responden muy bien porque les cuento el proyecto. Piensa que no es una colección de tres libros. De hecho también conservo todas las cartas de escritores, pintores y artistas.  

— ¿Qué le dice su familia y amigos sobre esta afición?

— Me animan muchísimo.

— ¿Hay alguno al que le parezca rara?

— A unos les gusta y otros tienen otros gustos que no son similares a los míos. Pero bueno, a parte de coleccionar estos libros, colecciono otras cosas. 

— ¿Cuáles?

 — Me gusta todo lo relacionado con el arte. Colecciono piezas de O Castro de los años 50 a 70 y tengo más de cuatro mil y pico. Es la mejor colección de hoy en día, dicho por personal del patronado de Sargadelos que la han venido a visitar. 

— ¿De dónde le viene esta afición por el coleccionismo?

— Viene un poco de familia. Con mi madre ya visitaba muchos anticuarios porque le gustaban mucho este tipo de cosas. Ella coleccionaba platos isabelinos de boda, de los años veinte o treinta. Además, también coleccionaba cucharas de plata y conchas de plata. Mi madre nació en Santiago y allí hay mucha afición a la concha y todo eso. 

— ¿Esta afición le ha supuesto algún problema a nivel personal?

— No, siempre lo he llevado con satisfacción. Por ejemplo, con la colección de O Castro me acuerdo que en una ocasión vino Isaac Díaz Pardo a una charla a Lugo y la galería Sargadelos lo invitó a que viniera a mi casa y cuando el entró en el salón y vio aquello dijo: esta «é a continuación da fábrica». De hecho, el museo de Lugo hizo una exposición a la que cedí 100 piezas. 

— ¿Ha pensado qué va a pasar con su colecciones cuando mira al futuro?

— Me gustarla que alguien se interesase con la biblioteca. Me gustaría que se fuera a algún sitio y que participara la gente y la viese. Por ejemplo, yo no me paro a mirar cómo son las firmas, pero sí que hay profesionales que podrían hacer un estudio de la personalidad de los autores. Y luego para la colección de O Castro tengo algún proyecto, me gustaría que fuera todo a algún sitio y que la gente lo pudiera disfrutar.  

— ¿Pensó en algún momento vender alguna pieza?

— No me ha surgido la idea. Alguna cosa la tienes en proyecto, pero por necesidad, no. 

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