Terrae: «Lo que importa no es quiénes somos sino nuestra música, de ahí el anonimato»

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Tras las máscaras de Terrae se esconden un renombrado productor y un Dj con una amplia trayectoria en la escena musical gallega
Tras las máscaras de Terrae se esconden un renombrado productor y un Dj con una amplia trayectoria en la escena musical gallega cedida

El enigmático dúo realiza en su nuevo disco, «Medra», todo un alarde a la hora de fusionar electrónica y «world music», sin despojarse de sus raíces gallegas

02 abr 2024 . Actualizado a las 12:50 h.

Sin desprenderse para nada de lo propio, Terrae levantan la mirada y resitúan su radar en territorios que, en lo musical, resultan cuando menos exóticos. Un exotismo que ellos transmutan en fascinación, toda vez que esas sonoridades pasan por sus manos y sus filtros. África y sus ritmos son la piedra angular que sustenta la arquitectura sonora de Terrae. Pero no la única. En su primer disco largo, Medra, el dúo propone un viaje musical global, en el que sus beats se fusionan con sonoridades de muy diferentes zonas del planeta para crear una ecléctica y cautivadora invitación al baile. En Medra germinan las raíces ibéricas de la mano de los palentinos El Naan, la África más sensual en la voz del guineano Mû Mbana, la Galicia contemporánea representada en Mondra, la más groove de Nastasia Zürcher y la de los cantos atávicos de Tania Caamaño y Andrés Boutureira. Pero también asoman los ritmos sefardís, las danzas masáis, los mantras hindúes y hasta las voces búlgaras. Todo ello, ya digo, deliciosa y magistralmente aderezado por sintetizadores, loops y unas bases electrónicas que basculan sin complejos del deep house al electro, del sythn pop al techno.

—En vuestro primer epé, «Semen», dabais alguna pista y ahora con «Medra» os lanzáis ya sin pudor a la pista de baile.

—Pues sí. Pero es que esa siempre ha sido nuestra base. Los dos fuimos pioneros en la electrónica en Galicia y eso se manifiesta en todo lo que hacemos. En los conciertos veíamos que lo que más disfrutaba la gente era el rollo bailable y de fiesta. Y nosotros teníamos un montón de temas con el beat más alto, así que dijimos, «venga, pues nos arriesgamos».

—¿Cómo veis hoy la escena electrónica en Galicia?

—Hay mucha competencia. Vienen unas generaciones nuevas pegando muy fuerte.

—¿Creéis que el hecho de no ser vosotros precisamente unos jovenzuelos juega en contra de la acogida de Terrae?

—Sí, de alguna manera, sí. Estamos casi seguros de que si esto lo hiciesen dos chavales de 25 años, sería mejor acogido. Lo tengo muy estudiado. Yo tengo una hija de 13 años y es que se huelen entre ellos. Y, en el momento que ven algo que no está dentro de su rollo, desconectan.

—Si actuaseis a cara descubierta, ¿sería mejor recibido?

—Quizá se podría vender algo mejor, por nuestra trayectoria. Pero es que el concepto de Terrae no se basa en nosotros. Para nosotros, lo importante no son los artistas, sino la música. De ahí el anonimato.

—¿Es un asunto innegociable?

—De momento, sí. Pero es que, por otra parte, es algo que a la vez nos ayuda. Por lo que conlleva de juego, de misterio... Eso también tiene su punto.

—Además de la mayor presencia de esa vertiente más enfocada al club, en «Medra» introducís más letras y abrís aún más vuestro abanico de influencias.

—Poco que añadir. Lo has definido por completo [se ríen]. Semen, como su propio nombre indicaba, era la semilla. Ahora, con Medra ya estamos creciendo. Como músicos y como personas. Y como parte de ese crecimiento hemos querido añadir más colaboraciones vocales. Porque sí, la música instrumental tiene su encanto, pero la música vocal te permite llegar a mucha más gente y mucho más lejos.

—Aunque parezca un contrasentido, hoy la esencia de lo moderno está en lo ancestral.

—Tal cual. Terrae básicamente es un grupo de world music, pero que mete chunda chunda, por decirlo así.Cuando empezamos a experimentar con sonidos de muy distintos lugares en seguida nos dimos cuenta de que la música de raíz de todo el planeta tiene un nexo en en común. Tú podías coger un ritmo africano, lo mezclabas con un ritmo tibetano y con unas melodías hindús y todo funcionaba. Todo era mágico. De ahí que no seamos nada puristas ni nos vendamos a ningún estilo. Nos gusta romperles los esquemas a la gente y rompérnoslos a nosotros mismos.

—¿Puede que las músicas de raíz hayan eclipsado a la «world music»?

—Es que para nosotros la música tradicional gallega, también es world music. Hace 20 años, artistas como Mercedes Peón ya comenzaron a fusionar la world music con la electrónica, pero no funcionó. O por lo menos, no lo petó. Y hoy sí lo peta. Y es porque hoy el vehículo de expresión de las nuevas generaciones es la electrónica. Como en su día lo fueron la flauta o la gaita.

—Aunque musicalmente recorréis medio mundo, Galicia es parte esencial de Terrae.

—Por supuesto. Es más, para nosotros lo fácil sería coger temas gallegos y seguir esa onda. Porque sabemos que aquí, en casa, tendría mucha más acogida. Pero Terrae es un proyecto mucho más global. En cualquier caso, lógicamente, por cercanía y porque la sonoridad de la música tradicional gallega nos parece fantástica, siempre va a estar presente en nuestros discos. Con Mondra la sintonía fue inmediata. Él, al igual que nosotros, usa la danza y le gusta la fusión de música de raíz y electrónica. Nastasia para nosotros es casi un alma gemela. Es muy espiritual y muy world music. Y Tania Caamaño y Andrés Boutureira son dos diamantes en bruto.

—¿Os molesta que os comparen de manera recurrente con Baiuca?

—No nos molesta en absoluto. Nos parece normal y estupendo. Incluso a veces lo usamos nosotros para definirnos. Cuando nos preguntan cómo sonamos decimos «como Baiuca, pero en vez de solo de Galicia, del resto del mundo». Además, es que Baiuca nos flipa. Álex es un crac.

—¿Cómo van a ser los directos de esta temporada?

—Mantendremos la línea anterior, aunque queremos introducir más elementos de danza y performances. Tratamos de ofrecer un espectáculo distinto. No se trata de dos Dj's pinchando. Hay iluminación sincronizada, hay vídeos en directo, hay danza... Básicamente es un viaje sonoro por todo el planeta. La gente está acostumbrada a un artista, una cara, un grupo, una canción, y nosotros siempre explicamos que Terrae es mucho más. Es multidisciplinar y todos somos uno.

—Como decís en «Sándalo», la canción que abre el disco, Terrae «no es lugar para cobardes».

—No, desde luego que no. Un proyecto tan interdisciplinar como Terrae, en el que interviene la música, los visuales y la danza, conlleva muchísimo trabajo y supone muchísimo riesgo.

—Y después de «medrar», ¿qué?

—No queremos crecer. Queremos seguir siendo niños y no perder esa sensibilidad.