El patrimonio hay que gestionarlo siempre

Ivonne Pouse y Ángeles Franco FAMILY BANKERS DE BANCO MEDIOLANUM

MERCADOS

30 abr 2024 . Actualizado a las 11:59 h.

Los españoles deben invertir de modo manifiestamente mejorable.” Quien así opina es nada menos que el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Rodrigo Buenaventura, y así lo mantuvo hace unas semanas durante su comparecencia ante la Comisión de Economía del Congreso, donde acudió para rendir cuentas sobre el papel del organismo que preside en el ejercicio anterior.

Según los datos proporcionados por la propia CNMV, las inversiones financieras de los españoles, a cierre del tercer trimestre de 2023, se reparten en cinco bloques principales: depósitos (38%), fondos (15%), fondos de pensiones (4%), inversión directa (letras y bonos, renta variable y otro tipo de participaciones: 32%) y otros instrumentos (seguros y otros: 11%).

En gran medida, el tirón de orejas en forma de reproche que lanza el presidente de la CNMV está relacionado con una forma de invertir poco adaptada a las necesidades y los objetivos reales de las familias. De hecho, según reconoce el organismo, solo el 30% de esa inversión está destinada a la renta variable y la composición de las carteras de fondos de los españoles es «tremendamente conservadora».

Entendiendo la llamada del presidente de la CNMV como un toque de atención para invitar a la sociedad a contar con una planificación financiera más adecuada, desde nuestro punto de vista, el problema podría estar incluso más atrás: en todas aquellas personas que ni siquiera son conscientes de la necesidad de invertir. Nos referimos a todos aquellos que entienden el ahorro como no tocar el dinero, dejándolo parado en una cuenta corriente, o creen que es necesario acumular una gran cantidad de patrimonio antes de empezar a invertir.

Y los gallegos, en este sentido, somos habitualmente dados a mantener nuestros ahorros en la cuenta. Así que, recogiendo el consejo del presidente de la CNMV, podríamos también afirmar que los gallegos, por lo general, formarían parte de ese grupo de españoles que necesitamos mejorar nuestra forma de invertir. Porque, como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, si no se invierte, si no se pone el dinero a trabajar, el ahorro no es ahorro, porque la inflación lo carcome y deteriora con el tiempo. Al final, quien creía tener reservada una cantidad de dinero determinada resulta que a los diez años tiene el mismo dinero, pero que le cunde mucho menos: es decir, tiene menos poder adquisitivo (concretamente, el resultado de restar anualmente el efecto de la inflación).

Esto explica la situación vivida hace unas semanas con un cliente que no entendía cómo su hermano, que había tenido un nivel de ingresos muy parecido al suyo desde joven, había conseguido un patrimonio mucho mayor que el suyo. Fue precisamente tras el fallecimiento del hermano, quien le dejó su dinero en herencia, cuando el cliente pudo comparar el resultado económico que habían alcanzado ambos prácticamente en las mismas condiciones de tiempo e ingresos. Y la explicación estaba clara: mientras él había mantenido el dinero siempre en una cuenta corriente, su hermano se había dedicado a gestionar el dinero y a realizar un plan de inversiones que le había permitido, no solo evitar el efecto erosionador de la inflación, sino conseguir, además, muy buenas rentabilidades.

Esta sería la demostración palpable de la necesidad de gestionar el dinero desde un principio, sea la cantidad que sea, para intentar conseguir una rentabilidad compuesta que permita aumentar nuestro capital de cara al futuro. Del mismo modo, es muy importante remarcar que no es necesario acumular en cuenta un determinado capital antes de invertir. Lo ideal es establecer una estrategia de aportaciones periódicas adecuada desde el primer momento para buscar un crecimiento multiplicador con el tiempo. Recordemos que para el corto plazo solo deberíamos contar con liquidez para el día a día y con un colchón de emergencia que nos permita hacer frente a imprevistos.

A la hora de planificar bien los ahorros, contar con unos objetivos muy concretos y cuantificables (la universidad de los hijos, el cambio de coche, comprar una casa en la playa, la jubilación…) ayuda a la programación y aporta un extra de motivación. Pero no quiere decir que el hecho de no tener esos objetivos o necesidades no signifique que no haya que planificar nuestras finanzas personales, porque no perder poder adquisitivo también es un objetivo concreto. Así, como siempre recordamos, el dinero hay que gestionarlo independientemente del nivel de ingresos que tengamos.

Los premios Nobel Richard Thaler y el recién fallecido Daniel Kahneman ya advertían en su teoría sobre las finanzas conductuales de cómo los sesgos y las emociones influyen en la forma de gestionar nuestro patrimonio. Y eso nos pasa a absolutamente todos y justo ahí radica la importancia de contar con el acompañamiento de un asesor financiero que nos ayude a ver con perspectiva la mejor opción en cada circunstancia y, por supuesto, a establecer una estrategia personalizada, según nuestro perfil de riesgo y características, y a mantenerla en el tiempo.

En definitiva, cuando tengamos dinero aparcado, cuando no lo tengamos y estemos empezando, cuando tengamos objetivos por los que ahorrar, o incluso cuando tengamos todas nuestras necesidades cubiertas; en todos los casos, el patrimonio hay que gestionarlo siempre.