México bajo el terrorismo

claudia luna palencia PERIODISTA ESPECIALIZADA EN ECONOMÍA, DIRECTORA DE «CONEXIÓN HISPANOAMÉRICA»

OPINIÓN

Sashenka Gutierrez | EFE

05 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En México, su presidente, Andrés Manuel López Obrador, niega actos terroristas a lo largo y ancho de la geografía azteca y minimiza la barbarie actual a meros ajustes de cuentas entre bandas. Omite entre líneas que son poderosos carteles de la droga y otros grupos que han edificado la industria del crimen como modus vivendi

Los violentos actos de los últimos días en el occidente y norte de México han dejado escenas más propias de la invasión que Ucrania sufre a manos de las tropas rusas y su consecuente defensa militar. La gente se pregunta dentro y fuera del país, ¿hasta dónde llegará el terrorismo?

Instalado en el Palacio Nacional desde que inició su Gobierno en el 2018 —según él, aplica una visión austera—, desdeñó habitar en Los Pinos, sede de los mandatarios de turno que ocupan la Presidencia de la República. López Obrador optó por un recinto monumental en un área de 40.000 metros cuadrados inicialmente edificado por Hernán Cortés para vivienda privada y que luego terminaría siendo sede del Virreinato.

Allí vive con fantasmas susurrantes que le cuentan todo aquello que México un día fue, lo que quiso ser y no pudo, o simplemente no lo dejan ser porque sus Gobiernos van de mal en peor.

En los últimos días, varios grupos civiles y oenegés, con valientes luchadores sociales independientes que han vivido en sus carnes el dolor de los asesinatos, de las desapariciones incomprensibles y de los secuestros descarnados de sus seres queridos, han escrito y firmado una carta enviada a la ONU pidiendo el reconocimiento de un conflicto armado interno en México con continuados actos de terrorismo.

La RAE define terrorismo como «delitos graves con la finalidad de subvertir el orden constitucional o suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo; alterar gravemente la paz pública, desestabilizar gravemente el funcionamiento de una organización internacional o provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella».

En estos momentos muere asesinada más gente civil en México que en la guerra de Ucrania. El sexenio de López Obrador sufre un descontrol absoluto en temas de seguridad y de delincuencia y empiezan a pasarle factura a los índices de confianza para invertir, hacer negocios y económicos en el país azteca.

Las cifras oficiales, que son de dudosa credibilidad, dan cuenta de 34.690 civiles asesinados en el 2019; al año siguiente se contabilizaron 34.554 homicidios, y en el 2021, 33.315 asesinatos.

El narcoterrorismo no es una ilusión, como defiende López Obrador desde su trinchera palaciega, en la que cada mañana da una monserga enrevesada a los medios de comunicación sobre ideas divagantes y críticas mordaces a quienes lo cuestionan.

Hace unos días enterraron al niño Christian Omar Zúñiga Morales de 12 años, tiroteado por narcoterroristas en una tienda de abastos en Ciudad Juárez. El pequeño solo acompañaba a su padre en la tienda en la que trabajaba.