Cuatro décadas trabajando como funcionaria de justicia en Ourense: «Tuve que ir a algún desahucio con niños pequeños y fue muy duro»

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

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Gloria de la Llana elige como su rincón de Ourense el Pazo de Xustiza de la capital
Gloria de la Llana elige como su rincón de Ourense el Pazo de Xustiza de la capital MIGUEL VILLAR

Gloria de la Llana Rodríguez ha vivido en primera persona la transformación del mundo judicial

05 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Mucho ha cambiado la justicia en las últimas cuatro décadas y Gloria de la Llana Rodríguez puede dar buena cuenta de toda esa transformación. Tras haber llegado a esta actividad casi por casualidad, cuando un amigo procurador le habló de una vacante y ella quiso probar, ha desarrollado toda su carrera profesional en oficinas de juzgados, casi siempre en la Audiencia Provincial, donde aún sigue hoy en día. Ahora el papel va quedando cada vez más reducido y los magistrados rechazan que se dirijan a ellos por «don» o «doña», pero Gloria vivió los años en los que las sentencias se escribían a máquina, con papel de calco, y las notificaciones se realizaban puerta a puerta, pateando la ciudad. Eran otros tiempos y, puestos a elegir, ella prefiere los de ahora.

Su primer contacto fue en 1981. A los que tomaban las decisiones en el juzgado les gustó como trabajaba y tras pasar por varios puestos sacó la oposición y tuvo en el juzgado de A Cañiza su primer destino. «Iba desde Ourense todos los días en autobús y regresaba a casa a la vuelta. Las horas que me sobraban las dedicaba a preparar exámenes para promocionar», recuerda para este reportaje. No tardó mucho en conseguirlo, pero cuando llegó ese momento ya había sido madre y prefirió pedir una excedencia para ocuparse del bebé.

Tiempo después se incorporó al Juzgado de Instrucción dos de Ourense y más tarde pasó a la Audiencia como agente judicial. «Entonces en el tribunal había mucha actividad, pero a mí me pusieron de auxiliar de tramitación y estuve haciendo sentencias durante más de un año. Entonces el juez nos daba el borrador escrito a mano y había que ir con mucho cuidado, porque si colocabas mal el papel en la máquina de escribir estropeabas todo. Se borraba con una gomita, porque no había típex», recuerda.

Pero para ella aquel palacio de justicia ubicado en la plaza de Concepción Arenal de Ourense se convirtió en un referente también en lo personal. Y es que en aquellos años el inmueble estaba dotado de viviendas para jueces y fiscales y a ella le ofrecieron ocupar una situada en la planta baja. Residió allí durante casi once años, hasta que en 1998 se hicieron obras para convertir en oficinas todos los espacios. «Llevaba el mantenimiento del edificio, era la condición que me pusieron para vivir allí», recuerda Gloria.

Muchos son los recuerdos y anécdotas que atesora de todos estos años de trabajo, pero en su memoria han quedado grabados a fuego algunos casos. «Me impresionó mucho un juicio de una violación de un padre a sus hijos, eran tres hermanos y el mayor fue el que denunció. Me llegó al alma el testimonio de los niños, me hizo llorar», cuenta. Tampoco ha olvidado el conocido como caso Pabellón, que terminó con una funcionaria del recinto deportivo municipal condenada por malversación. A ella le pasó algo curioso. «Yo tenía que estar en las sesiones del juicio, dentro de la sala de vistas, y salía tanto en los medios de comunicación que incluso me llegaron a confundir con la acusada», recuerda entre risas.

Muchas horas de su vida las dedicó a entregar notificaciones «En los primeros años las llevábamos a pie», recuerda. No eran pocas las veces en las que nadie quería recoger el papel y había que llamar a la fuerza policial, pero Gloria asegura que nunca tuvo problemas, ni siquiera cuando había que ir a zonas algo conflictivas, como Covadonga. «Allí ya me conocían y me acompañaban», cuenta.

También le tocó acudir a embargos y desahucios, algunos descorazonadores. «Una de las primeras veces que tuve que hacerlo había niños en la casa y fue duro. Tuvimos que llamar a la policía para que fuera con nosotros; recuerdo a aquellos pequeños que estaban durmiendo la siesta cuando llegamos; menos mal que eso hoy ya no pasa», asegura. Pero también había quien hacía de la okupación su medio de vida y recuerda haber desalojado tres veces de pisos distintos al mismo inquilino. «Era un jetas profesional», asegura.

Pensando ya en la jubilación, asegura haber sido feliz en su trabajo y presume de haber tenido buena relación con todos.

 Activista en los años dorados de Benposta, donde fue cámara

Con un nieto de ocho años y dos sobrinas pequeñas, procura pasar con ellos todo el tiempo que puede. Accede a cuidarlos siempre que se lo piden, pero Gloria de la Llana también dedica su tiempo libre al baile, su gran afición: «Lo que más me gusta es la bachata y la salsa y soy muy perfeccionista con los bailes, aunque ahora practico menos». Desde hace unos años forma parte de la Asociación Polilla, un colectivo que reúne a hijos de guardias civiles que pasaron por colegios de la institución. Ella estuvo tres años interna en Pravia (Asturias), justo antes de que a su padre lo trasladaran a Ourense. La familia compró un piso en la avenida de Buenos Aires, cerca del lugar en el que estaba entonces el cuartel.

También vivió los años dorados de Benposta, el proyecto del padre Silva, en el que llegó a trabajar como cámara de televisión. «Muchas de las grandes amistades que tengo salieron de allí», recuerda.

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LA FICHA

Gloria de la Llana Rodríguez nació en Gijón (Asturias). Hija de un guardia civil, llegó a Ourense a los 13 años. Estudió Educación Social en la UNED. Es funcionaria de justicia y su rincón favorito de la ciudad es el  Pazo de Xustiza de Concepción Arenal. Su primer trabajo como interina fue en ese inmueble en el que sigue trabajando cuatro después como funcionaria de auxilio de la sección primera de la Audiencia. Llegó a vivir en el inmueble durante unos años, en los que también se encargaba del mantenimiento.