«Alquileres vacacionales: vivimos el verano con angustia y hasta con miedo»

OPINIÓN

PEPA LOSADA

03 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Pisos vacacionales: miedo al verano

Vivo en una zona costera, muy turística en verano, y ahora que se acerca esa temporada, tan soleada y maravillosa, yo empiezo a sufrir antes de tiempo. La razón es muy clara. Mi bloque de pisos se encuentra en una zona idílica para los jóvenes, céntrica y con transporte público en la puerta. El trasiego de personas en verano es infernal. Si bien los vecinos estamos al corriente de que estos pisos cuentan con todos los permisos legales, no es consuelo.

Las familias que residimos habitualmente vivimos el verano con angustia y hasta con miedo. Las viviendas son alquiladas a través de un portal web a jóvenes británicos, que de todos es conocido el tipo de turismo que vienen a hacer a nuestro país: falta de civismo, de educación, de limpieza, ruido y un largo etcétera que ni mis hijos ni nadie debería estar padeciendo. ¿Solución? Ninguna. Hemos puesto varias denuncias y llamamos a la policía, que hace todo lo que buenamente está en su mano, pero no vemos solución a corto plazo. Cristina Basterrechea García.

Alquiler con mascota, misión imposible

No es un misterio que alquilar en las ciudades ya está bastante complicado, con los precios por las nubes. Pero si tienes una mascota, la cosa se pone aún más cuesta arriba. Imagínate, después de buscar y buscar, encuentras que solo el 6 % de los pisos te permiten vivir con tu mascota. Es como buscar una aguja en un pajar.

Para muchas personas las mascotas son más que animales, son parte de la familia, y parece injusto que tengan que quedarse fuera de nuestro hogar solo porque sí, porque a la gran mayoría de los arrendadores les da igual.

Resulta irónico que, en una era donde la empatía y la inclusión ganan terreno, nos enfrentemos a una realidad tan discordante. Al final del día un hogar es para compartirlo con todos los que quieres, ¿no es así? Génesis Julieth Zapata Guerrero. Paterna (Valencia).

La indigestión de Pedro Sánchez

Cuando éramos niños y nuestros padres o tutores nos advertían de comer con exceso algo que nos gustaba mucho, no solíamos hacerles caso y por supuesto no valorábamos las consecuencias: retortijones de barriga y dolores intestinales no tardaban en llegar, pasando factura a nuestros excesos.

Pues bien, tal vez a nuestro presidente del Gobierno el motivo que le ha llevado a posponer su actividad profesional para tomarse unos días de reflexión haya sido lo mal que le ha sentado tener que pactar con sus socios de gobierno todas las concesiones posibles para cumplir su gran anhelo —volver a ser presidente—, teniendo que ceder en cuestiones tan importantes y trascendentales que, cuando se mira en un espejo, piensa que es un verdadero títere, manejado por los hilos de los que se empeñan en destruir la convivencia de nuestro amado país.

Las consecuencias son claras: se acrecienta la diferencia entre la España pobre y la España rica, se indulta a personajes políticos que gozan de absoluta impunidad para volver a malversar recursos públicos o generar conflictos callejeros, se recupera las viejas confrontaciones ideológicas entre izquierdas y derechas, y, lo peor de todo, se hacen dueños del discurso: cuando ellos insultan, solo están informando, y cuando los adversarios denuncian, están difamando. Juan Francisco García Casa. A Coruña.

 

Agradecimiento

El pasado domingo, sobre las 10 horas, me llama mi madre (de 93 años) para decirme que ha resbalado en la ducha y está con mucho dolor. Llamo al 061, en 10 minutos llegan, la tratan con muchísimo cuidado y nos trasladan a urgencias del Arquitecto Marcide. En menos de media hora la atienden, comienzan haciéndole una exploración y nos dicen que no parece tener nada roto; le hacen un electrocardiograma, un análisis de sangre, otro de orina y unas radiografías, y en dos horas ya tenían los resultados. El médico, un residente colombiano, nos explica claramente los resultados y el tratamiento a seguir. En todo momento la tratan con absoluta dignidad y amabilidad. La desvisten, le ponen el camisón, le tapan con las sábanas y recogen sus ropas; Sara, la enfermera, con mucho cariño le coloca la vía y la tranquiliza. No pueden hacerlo mejor, estupenda sanidad pública. Celsa Formoso Martínez. Ares.