El enclave subterráneo de Iberdrola en Galicia que será la gran batería energética del país

Beatriz García Couce
Beatriz Couce REDACCIÓN

ECONOMÍA

A las plantas de bombeo con las que cuenta en la cuenca del Sil se sumará otra en la que invertirá 1.500 millones

06 may 2024 . Actualizado a las 14:10 h.

Enclavadas en el espectacular paisaje del ourensano Parque Natural do Invernadeiro, cuenta Iberdrola con dos centrales hidroeléctricas de bombeo —la de Conso y Soutelo— cuya actividad pivota sobre los embalses de As Portas (que con 500 hectómetros cúbicos de capacidad es el segundo de mayor tamaño de Galicia), el de Bao y de Cenza. Estas instalaciones —y otras adicionales— constituyen una pieza indispensable para equilibrar el sistema eléctrico nacional, ya que actúan como auténticas macrobaterías. Así, pueden consumir energía en los momentos en que hay exceso de producción en el país, subiendo el agua desde un embalse a otro situado en una cota superior, desde el que la liberan para turbinarla cuando la demanda repunta. Pero si ese enclave de la cuenca del Sil es hoy ya un eje de importancia para el mix de generación del país, su papel se multiplicará exponencialmente cuando la empresa acometa el ambicioso proyecto que ha diseñado para la zona: una central de bombeo de 1.800 megavatios de potencia —en realidad son dos de 900 cada una— en la que prevé invertir alrededor de 1.500 millones de euros

La compañía ya ha culminado el estudio de impacto ambiental de la futura instalación y acaba de recibir con alivio la inclusión —en la modificación de la planificación eléctrica nacional— de su punto indispensable de conexión a la red a través de una nueva subestación. Si la tramitación avanza a buen ritmo, en el 2025 el proyecto podría ponerse en marcha, con un horizonte de seis años de trabajos, en los que generará ocupación para unas 3.000 personas, para en el entorno del 2031 poder entrar en funcionamiento.

Galicia albergará así la mayor central hidroeléctrica de bombeo de la península, que actuará como una macrodespensa energética en el país, en una coyuntura que demanda más que nunca sistemas de almacenamiento para cubrir los vaivenes de la producción, debido al mayor peso que tienen las fuentes de generación no gestionables, como el viento y el sol. «Es un proyecto estratégico a nivel nacional», afirma Miguel Ángel López, director de la cuenca del Sil en Iberdrola. La central turbinará el agua desde el embalse de Bao al de Cenza, aprovechando el desnivel de 700 metros existente entre ambos. Bautizada como Conso II, al igual que la primera, será subterránea.

Pero si el futuro del enclave es prometedor, el presente se escribe con letras mayúsculas. En el curso del río Camba, la central de Conso, de 200 megavatios de potencia, ha registrado en lo que va de año una actividad un 50 % superior a la del mismo período del anterior. La operativa de esta planta, que data de 1974, muestra los cambios que han introducido en el sector las fuentes renovables. «El bombeo en aquella época era por los excedentes nucleares, y se hacía por las noches, porque era cuando la nuclear no podía parar y no había demanda. Ahora se bombea por el día, que es cuando entra la solar y hay más producción que demanda», explica Miguel Ángel López.

Además, la necesidad de respaldo para las fuentes renovables incrementa las exigencias. «Siempre fuimos muy conservadores con el mantenimiento de las máquinas y ahora se les pide más», afirma José Manuel Rodríguez, responsable del centro de producción de Conso. «Tiene mayor utilización y a unas horas totalmente diferentes a las de antes. Hacemos varios ciclos de generación y bombeo al día», añade. 

El flujo del agua

A 80 metros de profundidad en el embalse —que tiene la calificación de hiperanual, porque cuenta con más recurso hídrico del que recibe en un año, lo que otorga gran flexibilidad a su gestión— la central toma el agua que discurre por una tubería de seis kilómetros de largo y seis metros de diámetro. Después de conducirla por otro conducto vertical llega a la caverna bajo tierra que acoge la hidroeléctrica, «a 225 metros de la cota aguas arriba y 40 metros por debajo del nivel de aguas abajo», explica su responsable. Dispone de tres grupos generadores, que giran a 375 revoluciones por minuto, y que son reversibles. En un sentido, es la fuerza del agua la que los hacen girar —cuando bajan el líquido del embalse superior al inferior—, y, en el otro, actúan como una bomba para mover el líquido de la cota más baja a la más alta.

En el interior de la caverna sorprende el elevado automatismo de las instalaciones, su limpieza y amplitud e incluso la piedra de la montaña a la vista en las paredes.

La central cuenta con una plantilla directa formada por 12 personas, que se ocupan de las tareas de operación y mantenimiento. José Manuel Rodríguez se la conoce al dedillo, ya que está a punto de cumplir 25 años en este centro. «La vida en el rural, en el monte engancha mucho», dice. No obstante, la plantilla total que se ocupa de las hidroeléctricas del Sil es mayor, de 140 trabajadores, de servicios técnicos, mecánicos, control, medio ambiente, administración y central, entre otros.

En Iberdrola, el equipo gallego está convencido de los beneficios de este tipo de centrales de bombeo, tanto a pequeña como gran escala, aunque echa en falta un sistema de incentivos o de pagos por capacidad que respalde las inversiones. La construcción de la futura planta no solo tendrá una repercusión directa en la economía y el empleo de la zona —López García confía en poder dar continuidad a empresas de la comunidad que han participado en otras obras hidráulicas de la eléctrica— sino que también posibilitará que haya un respaldo que permita que se pongan en marcha más plantas eólicas y fotovoltaicas en el país.

Muy cerca de Conso se encuentra la central de Soutelo, que estos días finaliza una rehabilitación exhaustiva de casi un año. Su potencial se sumará ahora a la contigua, y multiplicará el papel de esta zona como despensa energética que usa parte del petróleo verde gallego, el agua, como fuente de generación.