El Friulio, de humilde castro a floreciente imperio

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo FRIOL / LA VOZ

FRIOL

Óscar Cela

En solo seis ediciones, la fiesta de recreación de Friol se ha convertido en un evento multitudinario pero que conserva la esencia

14 may 2024 . Actualizado a las 20:14 h.

Un porco celta partido en dos mitades se asa poco a poco en sendos espetos en medio del castro Friulio, en Friol. Es la una del mediodía y la carne está al punto, lista para celebrar el banquete de boda del castrexo Jorge y la romana Marta. El suyo era un amor prohibido, pero tras mucho insistir, la familia romana de la novia y el clan galaico del novio han dado su brazo a torcer y han accedido a que unan sus destinos.

Al pie de la ladera del castro, al lado de las aguas del río Narla, oficializan su amor por el rito galaico y bajo la atenta mirada de romanos, castrexos y contemporáneos. Unos visten casco y espadas, otros pieles y muchos cámaras de fotos.

El amor, un año más, reina (al menos, a ratos) en el Friulio, la fiesta de recreación histórica de Friol que en apenas seis ediciones se ha convertido en una meca para los amantes de la recreación y para los curiosos de a pie. Este fin de semana, el pueblo colapsó ante la avalancha de visitantes. Los locales de hostelería se quedaron pequeños para atender a la marabunta de gente que quiso disfrutar de un viaje al pasado que, meritoriamente, conserva toda su esencia.

Lo del castro Friulio es casi mágico. Es zambullirse en la versión castrexa del poblado galo de Astérix mientras los romanos se asientan a unos metros, batallan con los oriundos o acuerdan un matrimonio. Casi ajenos a los visitantes del siglo XXI, los canteros cincelan la piedra del cierre del castro que crece edición tras edición. Las cesteiras, algunas con manos veteranas, dan forma a bonitas piezas y en la forja se escucha algún martillazo. A unos metros se pueden ver molletes de pan que acompañarán a las raciones de cerdo de las que darán cuenta romanos y castrexos como muestra de paz y celebración del matrimonio.

Unos niños, armados con escudos, cruzan espadas mientras otros aprenden a manejar el barro y unos pocos observan cómo dar vida a los tejidos. Al lado, unos guerreros practican la puntería con sus lanzas, por si queda pendiente alguna batalla más para defender el castro Friulio y evitar que los romanos se marchen con las riquezas o se queden con el lugar. Todo parece real. Nada parece de cartón piedra.

Y es que el aprovechamiento que el Friulio hace de su castro, de su entorno y de la implicación de los participantes, liderados por A Castronela, hace que la imagen que percibe el visitante sea de lo más auténtica.

«Foi unha edición única e espectacular», resume el alcalde, José Ángel Santos, tras dos días de viaje al pasado. «O que vivimos en Friol esta fin de semana sería impensable hai un tempo. O sábado pola tarde o pobo colapsou», apunta. «Creo que foi das mellores edicións en todos os sentidos e tivo unha organización brillante», dice Santos al tiempo que ya se plantea cómo seguir mejorando. «Temos que tentar ofrecer máis aparcamento e máis servizos para comer».