Fran tiene 26 años, está en la lista Forbes y triunfa con su empresa valorada en 40 millones: «A los que les va bien en la vida es porque tienen una alta capacidad de resolver problemas»

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Con 16 años empezó a trabajar en una compañía, y cuando no había terminado la carrera, la suya propia empezó a tomar forma. Apenas cuatro años después factura cuatro millones de euros anuales. «No se consigue de repente, hay mucho esfuerzo, trabajo y fracasos detrás», dice

28 abr 2024 . Actualizado a las 10:35 h.

Puede sonar exagerado, pero lo cierto es que Fran Villalba le debe el éxito del que disfruta hoy en día a un partido de rugbi en el que se rompió una pierna mientras estudiaba en Inglaterra. Tenía solo 13 años, y ese fue el punto de inflexión en su vida, cuando empezó un camino que le llevó a fundar una compañía que factura varios millones de euros anuales y que está valorada en 40.

 Aunque los médicos ingleses al principio no le dieron importancia al golpe, a su padre, que es médico, le bastó ver una foto de la pierna para coger un vuelo y traerlo de vuelta a España, donde se confirmó el diagnóstico. El escenario era poco alentador para un joven de 13 años. Una pierna escayolada y todo el verano por delante. Pero, lejos de lo que se pueda pensar, la pierna rota no lo inmovilizó. Todo lo contrario. Empezó a darle vueltas a las posibilidades que tenía la programación, y poco a poco se instaló en su cabeza la idea de «darle un golpe de timón a su vida». «Seguro que habría sonado muy épico que les dijera a mis padres: ‘Estudiaré Medicina para curar piernas rotas‘, o algo parecido. Pero la historia no fue así. No sirvo para ejercer de médico», cuenta en ADN emprendedor, la guía práctica para lograr el éxito empresarial, el libro que acaba de publicar donde aborda los falsos mitos del emprendimiento, sus pros y contras, la importancia del fracaso como factor clave para llegar adonde quieres y lo que aprendió de sus equivocaciones. «El éxito, como lo concibe la gente, es mentira. La gente ve lo bien que le va a Juan Roig, al de Facebook, o a mí, ahora con esta entrevista... Obviamente porque leen lo que es noticia, pero lo importante es que detrás de cada éxito hay mil historias de fracaso que la gente no conoce. A mí por cada premio que me han dado, hay mil premios a los que me he presentado que no me han entregado. Por cada Fran Villalba hay mil personas... La gente no conoce la cara b de todo esto. No se publica lo complicado que es, el porcentaje de éxito real, y si lo conocieran, entenderían que no es tan bonito como parece», reflexiona este joven de 26 años, que figura desde el año pasado en la lista Forbes de Estados Unidos y en el ránking de los cien emprendedores más influyentes del 2023 en España.

Lo suyo, y él lo sabe, no es lo habitual. Ese verano de reposo forzado aprendió a programar de forma totalmente autodidacta con la única ayuda de tutoriales de YouTube. Su padre consideraba fundamental que, hiciera lo que hiciera, estudiara ciencias, y mientras cursaba el bachillerato internacional de ciencias tecnológicas, con apenas 16 años, empezó a trabajar para una multinacional tecnológica dedicada a la creación y publicación de páginas web. Estuvo cinco años en la compañía, y en ese tiempo se mudó a los Países Bajos para estudiar en la Rotterdam School of Management, una de las principales escuelas de negocios de Europa según el Financial Times. «La universidad era pública y me pagaba todos los gastos que tenía con lo que ganaba en Hostinger, la empresa para la que trabajaba».

Y fue allí, en Róterdam, durante el último año de carrera cuando empezó a tomar forma la idea de crear su propia empresa tecnológica con un objetivo claro: la privacidad. Invirtió todos sus ahorros en aquel proyecto, aplicó todo lo que había aprendido en la otra empresa, donde por cierto, continuó trabajando a pesar de tener ya en marcha la suya. En el 2020 fundó Internxt para desafiar la forma en la que manejamos los datos de la nube. «Intentamos hacer un mundo digital que respete al usuario básicamente. Tú cuando utilizas internet, cuando utilizas servicios de Google, de Facebook, de la empresa que sea, esas compañías muchas veces son de publicidad, de datos; el producto que te ofrecen no es un fin por sí mismo, sino que es un medio para un fin. Cuando usas Gmail, Google está escaneando tus correos, de alguna manera te está espiando para vender tus datos a terceros. Al final, Google vive de la publicidad, como Facebook e Instagram. En Internxt estamos creando servicios alternativos a Google Drive, a Gmail, a Google Meets... La diferencia es que en nuestro caso el encriptado está en tu ordenador, en tu dispositivo, y nosotros no guardamos esa clave de encriptación, Google sí, para poder acceder a tus datos, pero nosotros no lo necesitamos porque no vamos a venderlos, no nos hace falta, y solo lo guardas tú». «Vi un nicho de mercado —añade— que no podían cubrir esas empresas por un modelo de negocio basado en la publicidad, y que, sin embargo, nosotros podíamos cubrir». Tras pasar una temporada en Silicon Valley, regresó a Valencia, porque se dio cuenta de que no es necesario estar físicamente en el epicentro de la tecnología y de la innovación para acceder a oportunidades interesantes. «Es un lugar interesante, pero, al menos para mí, está un poco sobrevalorado», señala en su libro. 

VUELTA A VALENCIA

Regresó a Valencia, donde nació y donde estaba su familia, una ciudad con la que ha establecido vínculos emocionales y sociales, «un factor relevante si estás aspirando a emprender». Fran reconoce que han tenido un crecimiento muy rápido en apenas solo cuatro años, aunque no niega que han recibido grandes apoyos también, como de Telefónica o directamente de empresarios como Juan Roig, el presidente de Mercadona. «No es lo habitual crecer tan rápido. A mí me ha ido bien pronto, porque también he empezado muy pronto. Con 16 estaba trabajando. Es decir, en el 2024 la empresa es todo lo grande que es, y yo soy todo lo que soy, porque empecé muy joven. No me levanté un día con una empresa de 40 millones de euros. No, hay mucho trabajo detrás desde hace mucho tiempo, y fruto de ese esfuerzo, están los resultados». En el libro da cuenta de que no ha sido un camino de rosas la aventura de emprender. «Ha sido un camino complicado, lleno de baches y de curvas, y todo el rato ves peligrar el proyecto. Imagínate que mañana nos hackean.... nos joden la vida. Es una empresa de privacidad. Siempre hay unos riesgos inherentes, por muy grande que seas, a que te vaya mal... ».

En el relato de su aventura empresarial asegura que la edad no le ha ayudado mucho, más bien al contrario. «Siendo tan joven es complejo. Digamos que las cosas no me han ido de cara. La gente cree que a los que les va bien en la vida es porque todo les ha venido hecho, y no es así. Es porque tienen una alta capacidad de resolver problemas». Sin embargo, ha sabido capear los temporales y hoy lidera una empresa «que, aunque evidentemente es más pequeña, compite con Google, Microsoft, Dropbox o Amazon». Dice que en estos cuatro años incluso les han contactado empresas del sector para explorar una posible adquisición, pero rechazan cualquier tipo de oferta que les puedan hacer, ya que si por algo se diferencian de sus grandes competidores, es por ser independientes y por su manera de trabajar.

A veces, asegura Fran, no se necesita una gran idea que vaya a cambiar el mundo para lanzarse al emprendimiento, sino que en los problemas del día a día suele haber nichos de mercado interesantes. «Muchas personas cometen el error de enfocarlo desde un punto de vista de ‘a ver cómo me complico la vida para hacer una idea superchula y superinnovadora', pero la realidad es que no suele ser lo mejor. Al final, no hace falta inventar la rueda. Es pensar qué necesita la gente y ser práctico. Las mejores empresas son las que con pocos costes ganan mucho dinero», dice Fran, que a día de hoy es socio en una compañía de cohetes y posee varias propiedades, ya que considera fundamental diversificar y no poner «todos los huevos en la misma cesta».

Que con veintipocos años un chaval ingrese esas cantidades de dinero no ayuda a mantener los pies en el suelo, «es un peligro —asegura—». «Es fundamental tener socios, como nosotros tenemos a Juan Roig, que siempre están encima, y a la familia».

Muchos emprendedores cometen el error de intentar buscar la idea más chula y más innovadora, y no hace falta. Hay que pensar en lo que necesita la gente”