Denuncian sendas agresiones a dos árbitros menores en O Salnés

Serxio González / Pablo Penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

CATOIRA

Vista genérica del A Senra 2 de Ribadumia, donde se disputó uno de los partidos
Vista genérica del A Senra 2 de Ribadumia, donde se disputó uno de los partidos Martina Miser

Uno de los colegiados suspendió el partido a 6 minutos del final y el otro fue atendido en un centro médico por un esguince en una muñeca

06 may 2024 . Actualizado a las 22:45 h.

Entre los campos de Mosteiro, en Meis, y A Senra 2, Ribadumia, hay tan solo unos 7 kilómetros de distancia. Escenarios vecinos que la tarde del domingo registraron dos de esos episodios que deberían hacer reflexionar a los rectores del fútbol sobre la necesidad de pisar el acelerador para poner coto a desmanes que, por increíble que parezca, todavía se siguen sucediendo. En este caso, con sendas agresiones denunciadas por los dos colegiados, menores de edad, encargados de dirigir los partidos de vuelta de la fase de ascenso a Segunda Autonómica entre el C.D. Mosteiro y el Catoira, por un lado, y el Xuventude Sisán y Salcedo, por el otro.

En el primero de los escenarios, el encuentro acabó suspendido por el colegiado. César Rodiño, presidente del club local, relata lo sucedido en un choque por lo demás, destaca, de lo más tranquilo. Con 1-0 para el Mosteiro y empate a unos en la ida, corría el minuto 84 de juego cuando, explica el directivo: «O árbitro sacoulle unha tarxeta amarela a un xogador do Catoira. O árbitro contoume despois que o futbolista lle dixo ‘No te enteras de nada' e que lle amosou entón a segunda amarela e a vermella. Nese momento foi por el e parece que lle deu uns manotazos na man». Rodiño cuenta que los compañeros del presunto agresor lo agarraron. La reacción del colegiado fue suspender el partido y reclamar la presencia de la Guardia Civil. Hasta el lugar se personó también el responsable del Colegio de Árbitros de Pontevedra.

El presidente del C.D. Mosteiro lamentaba ayer el episodio, señalando que, por lo demás, el partido había transcurrido sin la menor incidencia en medio de «un ambientazo, con máis de 500 persoas dos dous equipos» celebrando ver a los suyos pelear por una plaza en la final por el ascenso. Desde el Mosteiro confían en que, más allá de la decisión respecto al jugador del Catoira causante de tan lamentable episodio, el Comité de Competición dicte el final del partido con el resultado que lucía en su marcador hasta la suspensión: 1-0.

Tensión trasladada al vestuario

Aunque la tensión presidió el otro encuentro, en Ribadumia el partido no fue suspendido. El Xuventude Sisán se enfrentaba al Salcedo en la vuelta de una eliminatoria que había quedado prácticamente decidida en su primer choque, al haber perdido los ribadumienses por 2-0.

A diez minutos de su conclusión, el árbitro, un joven de 17 años, expulsó a uno de los jugadores del Sisán. Encolerizado, el futbolista, que supera la treintena, empujó al colegiado. Una vez con él fuera del campo, el partido continuó hasta el pitido final con un resultado contundente: los locales fueron derrotados por cero goles a cuatro.

La familia del árbitro explica que, cuando el joven y sus jueces de línea se encontraban ya en las dependencias que se les reservan en el campo, escucharon cómo alguien aporreaba con intensidad la puerta de su vestuario. El colegiado abrió y se encontró con el furibundo jugador que ya lo había empujado en el terreno de juego. El futbolista quiso entrar, pero él se lo impidió, apoyando una mano en la puerta. El individuo le propinó entonces un fuerte golpe a la altura de la muñeca y se marchó.

 

Muñeca lesionada y vía judicial

Ante lo ocurrido, el Colegio de Árbitros de Pontevedra recomendó a su joven integrante que acudiese a un servicio de urgencias médicas. En él, le colocaron una férula en la muñeca dañada y fue diagnosticado de un esguince del que tardará al menos siete días en reponerse.

La familia del árbitro, menor de edad, considera que la agresión constituye un acto muy grave, máxime cuando se desarrolla en un contexto deportivo, en el que deberían predominar los valores cívicos. El entorno del colegiado no descarta acudir a los juzgados.