¿Hay trato de favor a los británicos en la fórmula 1? La sanción a Sainz da la razón a Alonso

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO COLPISA

DEPORTES

John David Mercer | REUTERS

El madrileño fue castigado con cinco segundos y perdió el cuarto puesto en el GP de Miami por una acción menor que una no sancionada de Hamilton en la carrera esprint

06 may 2024 . Actualizado a las 17:57 h.

La frase fue tan demoledora como hiperbólica: «No sancionan porque no es español». Fernando Alonso se desahogaba así abrazando un meme que circula en las redes sociales o en canales especializados de fórmula 1 en Telegram, como el referente de Keep Pushing F1. Es aquel de «Padre de Familia» en el que señalan como no sancionable a todo piloto británico pero sí a los que sean mexicanos (Sergio Pérez) o españoles (el propio Alonso y Carlos Sainz).

La acusación directa de racismo que realizó Alonso se vio reforzada unas horas después del final de la carrera del domingo en Miami, cuando a Carlos Sainz le endosaron cinco segundos de tiempo extra por haber provocado un toque al adelantar a Oscar Piastri. El australiano, que vio destrozadas sus opciones, llevaba las de ganar y, de ley, la sanción es justa, si no fuera inconsistente con lo visto el resto del fin de semana.

Se explica muy regular que los comisarios dieran como punible la acción de Sainz cuando en el mismo comunicado admiten que el piloto madrileño perdió la trasera de su Ferrari y, por ello, no tenía ninguna intención de provocar el toque. Fue agresivo, sin duda, pero ni mucho menos con voluntad. El problema es que apenas 24 horas antes habían dejado sin ningún tipo de castigo una acción de Lewis Hamilton, británico, en la que dejó fuera de carrera a dos pilotos (Lance Stroll y Lando Norris, memorable ganador el domingo) y marró las opciones de otro (Alonso, que abandonó dicho esprint como protesta en la última vuelta).

También dejaron sin ningún tipo de acción una optimista arrancada de Sergio Pérez, en la que se olvidó de frenar y obligó a Sainz, entre otros, a clavar en el primer vértice, privando al español de un buen inicio de carrera y, a la postre, dejándole sin opciones de podio.

Lo que molesta a los pilotos no es que los comisarios le tengan ojeriza a tal o cual piloto. Se presupone que los elegidos en cada carrera, entre los que siempre hay un expiloto, tienen bien interiorizada la normativa y actúan como tal, siempre con el contexto que cada incidente tiene. Sin embargo, nunca es así. Acciones asimilables se resuelven sin castigo, con uno de carga media o con una sanción grave en función de quién esté en ese momento en la sala de jueces, ya no solo con diferencias entre carreras, sino incluso dentro del propio gran premio o con apenas unas vueltas de diferencia.

¿Favorecen a los británicos?

¿Está el racismo o la «probritanidad» detrás de esta inconsistencia? Probablemente no, pero si anda como un pato, tiene el pico como un pato y hace «cua», probablemente sea pato. Sainz vio cómo le privaban de cinco segundos y con ello una posición cuando él ya estaba fuera del coche. Sin posibilidad de salvación, porque no podía recuperar ese puesto y, por tanto, esos puntos extra. No es la primera vez, ni mucho menos, y lo peor es que no parece la última.

Hay innumerables situaciones en las que la ignominiosa actuación de los jueces ha cambiado resultados en carrera, lo que ha sumido a los pilotos en un miedo irracional al castigo en una competición deportiva. Ahora temen que, por ser quienes son (o de dónde son), puedan ser sancionados en caso de acciones que rayen los límites de la normativa.

El caso Magnussen

Pero si Sainz ha sufrido un castigo excesivo, quizá a Kevin Magnussen le entre la risa. Entre la carrera esprint y la del domingo acumuló sanciones por valor de 65 segundos, además de cinco puntos perdidos en la superlicencia. Si le quitan dos más, según la norma, debería ser excluido en un gran premio. Pocos confían en que así sea. El danés es, de largo, uno de los pilotos más agresivos de la parrilla. Todos los saben, y él también. Es consciente de que esa presunta norma para controlar los excesos a efectos prácticos no vale de mucho, ya que nadie ha acumulado esos 12 puntos en la superlicencia para que se la retiren. Él lo sabe y por eso no duda en dar dos vueltas de tuerca si es necesario: él solo quiere ver el mundo arder.

Favoritismos aparte, está claro que la FIA debe replantearse la gestión de sus comisarios. Una solución factible sería la creación de un cuerpo permanente de jueces que vayan en cada carrera, sin rotación, de forma que, justas o injustas, las sanciones serían consistentes. Para eso habría que poner a todas las partes de acuerdo, y el juego de tronos de la fórmula 1 tiene tantos pretendientes que jamás va a producirse. O quizá sí. Cosas más raras se han visto: ¿alguien pensaba que Norris iba a ganar en Miami?