Elena dejó su vida en Alemania para comenzar una nueva en Santiago: «No cambio Galicia por nada»

C. N. SANTIAGO / LA VOZ

VIVIR SANTIAGO

Desde que llegaron, a Elena y a Philipp les gusta descubrir lugares nuevos de Galicia. Sobre todo, de la costa. Ella cuenta que, en un futuro, le gustaría vivir más cerca del mar.
Desde que llegaron, a Elena y a Philipp les gusta descubrir lugares nuevos de Galicia. Sobre todo, de la costa. Ella cuenta que, en un futuro, le gustaría vivir más cerca del mar. Cedida

Llegó junto a su novio Philipp hace poco más de dos años y, aunque los primeros meses fueron duros, no se imagina viviendo en otro lugar. Como afición, comparten su día a día en una cuenta de Instagram que sorprende a sus seguidores extranjeros: «Cuando vienen a visitarnos nuestros amigos siempre nos dicen que tenemos una calidad de vida superior»

06 may 2024 . Actualizado a las 17:09 h.

Elena y Philipp se mudaron de Alemania a Santiago en el 2021. Vinieron en coche desde Saarbrücken, una localidad cercana a la frontera con Luxemburgo, con un par de maletas como equipaje y sin apenas saber hablar español. Recorrieron los casi 2.000 kilómetros que separan ambas ciudades en tres días y, dos años y medio después, todavía recuerdan el viaje con cierta sensación de extrañeza. «Fue raro, al principio parecían unas vacaciones. Llevábamos tan pocas cosas encima que tenía la impresión de que en realidad nos íbamos por ahí dos semanas», recuerda ella. En realidad, llevaban meses con la decisión tomada. Emigrar a España siempre había estado en sus planes —«era algo que quería hacer desde pequeña y no sé exactamente por qué», dice ella— y el doctorado que él iba a empezar en la USC fue lo que decantó la balanza por Galicia. Ahora, no se imaginan regresando a su país. «De hecho, la primera vez que volví después de habernos asentado aquí, tuve mucha morriña», cuenta Elena.

Eso sí, los comienzos fueron duros. Ella recuerda los meses anteriores a emprender el viaje con incertidumbre. «Cuando lo planeábamos teníamos mucha ilusión, pero luego comenzaron a surgir las dudas. Sobre todo, para mí», rememora. En Alemania era profesora de baile, su gran pasión, y estaba convencida de que al llegar a Santiago, al no saber hablar español, iba a tener que parar su actividad. «Para mi novio fue más fácil porque no tenía algo que lo uniera tanto a la ciudad, pero a mí me gustaba mi vida allí», explica. Las ganas de cambiar le pudieron al miedo y, lejos de lo que pudiera pensar, la oportunidad de continuar en lo suyo le llegó sola. «Quería seguir en el baile aunque fuera como alumna, así que una semana después de llegar a Santiago fui a preguntar a una escuela que me quedaba cerca», explica Elena. Entró por la puerta aspirando a ser aprendiz y salió como instructora: «Ese día estuve un rato hablando con la jefa y le conté que en Alemania era yo la que daba las clases. Ella me dijo: ‘Puedes preparar una sesión de prueba como profesora. Si me gusta, empiezas'». Y así fue. A la semana de llegar a Santiago, Elena consiguió el que sigue siendo su trabajo

En la foto, Elena lleva una bolsa con la palabra «morriña», sentimiento que admite tener cuando pasa mucho tiempo fuera de Galicia.
En la foto, Elena lleva una bolsa con la palabra «morriña», sentimiento que admite tener cuando pasa mucho tiempo fuera de Galicia.

Fueron las ganas de continuar en la academia lo que le hicieron aprender el idioma a la velocidad que lo hizo. Se apuntó a clases de español meses antes de dejar Saarbrücken, pero al llegar aquí se dio cuenta de la realidad: las frases que leía en los cuadernillos poco se parecían a las que les escuchaba a los compostelanos en su día a día. «Para ir a las clases de baile me llevaba preparada cada palabra que tenía que decir. Me acuerdo que, después de un tiempo, empecé a trabajar con niños pequeños. Ahí fue cuando se me descuadraron los esquemas, porque nunca sabes con qué te van a responder», recuerda. Con las horas que pasaba en la academia no tenía tiempo de apuntarse a clases presenciales, así que se descargó una aplicación para el móvil. «Estaba estudiando todo el día y luego practicaba con mis compañeros», explica, alegando que no fue hasta los tres meses de llegar cuando se comenzó a sentir cómoda conversando en una lengua que no fuera la inglesa.

Aparte del idioma, recuerda el duro proceso de encontrar piso. Ambos llegaron sin un contrato de trabajo que justificara un salario mensual. Después de mucho buscar encontraron uno, pero tuvieron que pagar un año por adelantado: «Si no recuerdo mal, fueron unos 6.000 euros. Era la única opción que teníamos». Aún así, pese a las dificultades, no cambian Galicia por nada. «Lo que más me gusta es que la gente es muy abierta. Dicen que tampoco tanto, que en el sur lo son más, pero a mí, viniendo de Alemania, todo el mundo me parece muy amable», explica Elena. También le gusta que no sea una ciudad muy grande pero que, aún así, tenga «mucha vida». «Viniendo de fuera, llama la atención que haya tantos bares y restaurantes. Para encontrar esto en Alemania, tienes que irte a un sitio como Berlín. Nuestra ciudad era un poco más grande que Santiago en número de habitantes, pero no había tanta vida», dice la alemana. 

Elena Mernes dejó su vida en Alemania para empezar una nueva en Santiago. Desde que llegó a la capital, es profesora de baile en el estudio AVD 173.
Elena Mernes dejó su vida en Alemania para empezar una nueva en Santiago. Desde que llegó a la capital, es profesora de baile en el estudio AVD 173.

Cuenta que en Santiago encontraron algo que allí no tenían. «El cambio más grande fue la propia manera de vivir. Aquí, la vida está fuera», explica, haciendo alusión a las calles repletas de gente, a las terrazas y a los bares: «Siento que la vida no va tanto de trabajar, sino de sentir». No quiere pensar en el futuro, pero lo que sí que tiene claro es que, por el momento, no se ve volviendo a Alemania. De hecho, de aquí a unos años se imagina en Galicia, pero viviendo más cerca del mar. «Mis padres se han jubilado y me gustaría traerlos aquí más a menudo, aunque fueran unos cuantos meses al año. A mis amigos, aunque no me los imagino viniendo aquí definitivamente, les encanta esto. Nuestros amigos siempre que tienen vacaciones aprovechan para hacernos una visita y nos dicen que es muy bonito y la calidad de vida muy alta. Ellos no se esperan esto. Cuando piensan en España se les viene a la cabeza la imagen del sur, no las playas de Galicia», continúa. 

Únete a nuestro canal de WhatsApp

Siguiendo esa premisa, para desmontar los estereotipos sobre lo que es España y enseñar al mundo lugares desconocidos para la gran mayoría de personas extranjeras, ambos crearon una cuenta de Instagram (@vibeatfirstsight) en la que comparten su día a día en la comunidad. También sus escapadas a la costa que tanto les gusta. «En Alemania, si queremos ir al mar, lo más cerca son los Países Bajos y serían unas cuatro horas. No lo haces. Aquí es media hora y eso me parece genial. Creo que hay mucha gente que no sabe cómo se vive aquí. Yo misma, antes de llegar, no lo sabía. A la gente de Alemania, por lo que nos dicen, les da curiosidad», sentencia Elena.