Derna, ciudad mártir de un país destrozado

Ricard G. Samaranch TÚNEZ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

AHMED ELUMAMI | REUTERS

Más de una década de caos, violencia y desgobierno agravaron la destrucción del ciclón Daniel en Libia

14 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La inusitada fuerza del ciclón Daniel, que ha devastado la costa este de Libia provocando miles de muertos, da cuenta de la gravísima amenaza que representa el cambio climático en la región mediterránea. Ahora bien, el grado de destrucción que causó este fenómeno meteorológico no se puede explicar sin hacer referencia a la situación en Libia, un país que lleva más de una década de caos, violencia y desgobierno. Durante todo este tiempo, las autoridades políticas han dedicado la mayor parte de sus energías y recursos a guerrear, dejando de lado las tareas más básicas de un gobierno, como el mantenimiento de las infraestructuras. Y la ciudad de Derna, que concentró la gran mayoría de las víctimas del huracán Daniel, ha sufrido especialmente esta dinámica.

Desde el 2014, el país magrebí se halla escindido en dos regiones con instituciones paralelas, incluidos sus respectivos ejecutivos: en el oeste, el Gobierno de Trípoli, reconocido por la comunidad internacional; y en el este, otro alternativo controlado por el general Jalifa Haftar. Este veterano militar, que se refugió en EE.UU. después de enemistarse con el dictador Muamar el Gadafi a principios de los noventa, se sublevó contra Trípoli hace casi un decenio al frente de un proyecto contrarrevolucionario. Desde entonces, gobierna con puño de hierro la provincia históricamente conocida como la Cirenaica.

Haftar, valido de Al Sisi

El sistema político que ha impuesto Haftar allí es una dictadura militar a imagen y semejanza de la existente en Egipto. De hecho, el dictador egipcio, Abdelfatah Al Sisi, es uno de los grandes valedores de Haftar en la escena internacional. Aunque el general libio logró traer un cierto orden a la región bajo su tutela, sobre todo a su capital, Bengasi, el precio fue la perpetración de abusos y violaciones de los derechos humanos sistemáticos. De hecho, esta falta de libertad se ha traducido en una prensa completamente amordazada.

La ciudad que opuso una mayor resistencia a la extensión de sus dominios fue Derna, localidad con un historial rebelde, sede de artistas, escritores e intelectuales críticos. Situada en la costa a solo 250 kilómetros de la frontera egipcia, Derna formó parte de la vanguardia en la revuelta contra Gadafi y no estaba dispuesta a someterse al proyecto autoritario de Haftar. Gobernada por una coalición de milicias de tendencia islamista, entre el 2015 y el 2018, padeció un brutal asedio por parte de las tropas de Haftar que causó la destrucción de muchas infraestructuras, la muerte de centenares de personas y la huida de otros miles que pasaron a engrosar la larga lista de desplazados internos del país.

La toma de Derna por parte de Haftar suscitó una despiadada represión, y la posterior creación de un gobierno local liderado por personas de las poblaciones vecinas, más leales al general. «Haftar no confía en la población de Derna. Para él, la población, incluso si está tranquila, contiene el germen de una nueva rebelión como las del pasado», explica el analista Jalel Harchaoui en declaraciones a Middle East Eye. Esta desconfianza y desprecio explica por qué el Gobierno de Haftar ignoró las advertencias sobre la necesidad de invertir en la rehabilitación de los dos embalses que destruyó el ciclón Daniel, verdadera causa de la tragedia de Derna, una vez más, ciudad mártir de una Libia rota.